El retorno de Estados Unidos al debate
ambiental puede ser considerado
como uno de los sucesos más importantes de los últimos años en
términos
de política de mitigación de cambio climático. Sobresale el hecho
que la gran
potencia económica asuma una postura alejada de su estigma de
“villano”
del medio ambiente y refuerce su posición no solo con palabras.
La
economía norteamericana y en
especial la sociedad no estaba preparada para enfrentar reducciones tan ambiciosas que pusieran en riesgo los niveles de
consumo y el bienestar de sus ciudadanos; “el estilo de vida norteamericano no
es negociable”. Es quizá también por estas razones que hoy la comunidad
internacional se enfrenta
a una gran diversidad de criterios que generan una gran
confusión y una
inevitable incertidumbre en torno a los resultados del
Protocolo de Kyoto y
a su continuidad más allá del 2012. Mucho se deberá
cambiar en este sentido
para lograr acuerdos beneficiosos en Copenhague.
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